martes

(¡Basta! No quiero hablar más de elecciones... un poco de ficción) El vendedor ambulante

Los colectivos son medios de transporte muy útiles, porque no sólo sirven para moverse de un lado a otro, sino que, para muchas personas sirve como espacio de trabajo. Y me refiero específicamente a los vendedores ambulantes. Esos que arrancan la charla pidiendo "un minuto de su amable atención" como si la atención en algún momento se convirtiera en ruda o antipática. Y continúan la explicación del excelente artículo que ofrecen con la característica universal que tienen todos sus productos, sirviendo "para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero", aunque lo que venda sea un pote de medio kilo de pomada quitamanchas. Lo que haría pensar, para que querría una dama tener en su convulsionada cartera, un frasco de una crema que serviría únicamente por si se le cae café en la oficina, y en este caso convendría que lo guardara en el escritorio…, tampoco imagino que un señor abulte el bolsillo de su traje a los efectos de poder hacer honor a la característica universal de estos productos.
Pero, este personaje que nos invade día tras día viene a ofrecer la linterna que me hacía falta sólo por 2 pesos, justo en el momento, en el cual venía pensando que el dinero no alcanza para cubrir los gastos fijos de este mes. ¡Y zás! me pone en un dilema sin solución. ¿Qué hago? Compro la linterna o me tomo el yogurt al mediodía. (Si,... yogurt, y no porque esté a dieta, sino porque no puedo gastarme diez y ocho mangos en comer todos los días cuando salgo de la oficina). Y entonces sigo escuchando "... y esto no es sólo una oferta callejera, es un regalo, porque además de la linterna que se lleva con las dos pilas puestas, en esta oportunidad se lleva además una lapicera flotante que escribe en todas las direcciones, si escuchó bien, por solo dos pesos se lleva, la linterna, las pilas y la lapicera..." y no puedo decidirme, la oferta es buena, pero mi estomago necesita el yogurt del mediodía. "... alguna persona más... ya le doy señora..." dice el vendedor, mientras se dirige al fondo del colectivo, respondiendo a algún posible requerimiento que seguramente es mentira y que utiliza la frase como estrategia de venta para aquellos que como yo, no se deciden y piensan que si lo compran muchos, otros tantos se ven tentados y compran también.
Ya pasó para el fondo, está volviendo con varios billetes de dos pesos en la mano ¿le habrán comprado varias linternas o sacó el dinero de su bolsillo para embaucar a los que están sentados en la parte de adelante, que no se animan a voltear para ver bien quien es el que compra?
“Masi..., yo la compro y me banco el hambre.” Pienso... y lo llamo. ¿Es el único color de lapicera que tenés? Le pregunto como si estuviese eligiendo en una vitrina de una librería. Si, me contesta, mientras se lleva mis últimos dos pesos, agradeciéndome la compra como si hubiese sido el único... (Y me agradece porque fui el único)
En fin…, al llegar a casa, me doy cuenta que, al mostrarle a mi esposa los grandes objetos adquiridos, las pilas ya estaban gastadas, la tinta de la lapicera, seca, y los ruidos que escuché todo el día, eran de mi estomago crujiente por haberme quedado sin yogurt… y todo gracias a otro vendedor ambulante.

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(NO HAGA "LA GRAN BUCAY")
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