miércoles

Un ilustre desconocido...

Cuando yo era chico, pasar una fiesta en familia significaba esperar que a la noche llegaran en distinto orden, los abuelos y las abuelas, los tíos con las tías y los primos hermanos. También podían sumarse al festejo parientes no tan cercanos como primos segundos o tías lejanas que sólo veíamos en casamientos, cumpleaños de quince y velorios, pero que no dejaban de ser de la misma familia y archiconocidos.
Pues bien las costumbres cambian y así como a principios del siglo XX se viajaba en barco y ahora hay turismo espacial, aparecía la radio y ahora existe internet y miles de cosas más que no tienen sentido enumerar, las familias no quedan afuera de esas evoluciones y también sufren modificaciones sustanciales.
¿Por qué digo esto? Es bien sabido que las llamadas “nuevas familias” de fin de siglo XX y principios del nuevo milenio han establecido una nueva formación de los núcleos primarios y en consecuencia han modificado sustancialmente los parentescos tradicionales.
Este año decidí festejar navidad con la familia de mi pareja. Hecho que sería usual a los modernos tiempos de matrimonios separados como el mío.
La particularidad especial de este suceso es que a mi ejemplo de separación, se ha sumado el del padre de mi pareja, que de su segundo matrimonio ha engendrado un medio hermano (dueño de casa) al cual hacía algunos años no se veía.
Pero estos medios parentescos no son tan simples de entender, ya que la madre del medio hermano de mi pareja que lleva tres matrimonios consecutivos, sumo en sus filas a su actual (y cuarta) pareja que vino acompañado por su hijo mayor y la esposa de éste, junto a la hija menor que ya separada, añoraba la presencia de su pequeño hijo que se encontraba con el padre en otro lugar. La entreverada cadena de familiares no termina ahí, también estaban los suegros del hermano de mi pareja que a su vez no conocían a la madre del medio hermano y su pareja ni a los hijos de éste.
Todo tiene su lado positivo. A partir de estas reuniones uno se jactará de conocer cada vez más gente que sumará a la red de conocidos, además no se siente como “sapo de otro pozo” cuando debe presentarse, ya que nadie se conoce con nadie y entonces las presentaciones suelen ser algo como:

—Hola, soy el novio de fulanita. -a lo que le contestarán:

—Mucho gusto soy el hijo del novio de la madre del medio hermano de fulanito, que resulta ser el hermano de tu pareja.


En fin… las fiestas familiares siguen siendo familiares, lo único que ha cambiado son los parentescos y su conocimiento. Por eso me alegro de haber pasado la noche buena con gente que no se conocía entre si y de no haber pasado como el único ilustre desconocido.

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