Querida Verónica Renaud:
No sé cómo será estar en el más allá, pero estar en el más acá sin tu amistad, será más difícil que antes. Te fuiste sin decir adiós. Nos dejaste a todos perplejos, esperando tus comentarios irónicos, tus bromas, tu buen humor, tus histerias y tus ansiedades. Te fuiste así como así. Ya no estarás cuando necesite nuestro momentos de mates, verdades y Don Satur, como llamabas a nuestras reuniones. Demostraste, con tus ofrecimientos espontáneos y sinceros en los momentos justos, ser una persona repleta de corazón y alejada de cualquier maldad y por eso te quiero mucho y te querré por siempre. Ojalá algún día podamos ir y venir de la muerte para poder reencontrarnos y volver a reírnos como siempre. No te tendrías que haber ido tan rápido, es injusto para los que estamos acá. Sé que te parece egoista de mi parte, y sé que te fuiste de la manera que querías, pero es muy doloroso saber que de un momento para el otro ya no podré hablarte más. Estoy muy triste. Voy a extrañar tu amistad. Hasta siempre o hasta la vuelta.