Desde hace unos años la Feria del libro es un espacio que aglutina cada vez a mayor cantidad de gente. Este año se supero el 1.240.000 de personas que asistieron. El año anterior fue el primero en superar el millón. Parece algo admirable, que exista tanta gente interesada en la lectura. Lamentablemente no es así.
Si bien es cierto que se batió el récord de ventas de libros, también es cierto que sólo la mitad de la gente que fue compró. Esto sucede por dos factores: Primero, los precios de la Feria (contrariamente a lo que piensan muchos) no eran competitivos en relación al mercado común. (De hecho compré un libro en la misma semana que fui a la Feria un 20% más barato en la Av. Corrientes que en la propia editorial) Segundo, la Feria se puso de moda. Y esto último es peligroso para la cultura.
La mayoría de la gente que visitó la Feria sólo va para poder decir en alguna charla inconsistente "Yo fui a la Feria". Esta gente, no es lectora habitual, sólo colecciona volantes que jamás leerá. Se queda escuchando las transmisiones radiales en vivo, preguntándose si el locutor Quiroga se llamará Facundo, si podrá obtener el autógrafo de Canela, como referente de la cultura. No asiste a las charlas de autores y revisa libros como si fueran pantalones... En fin... si los organizadores de la Feria creen que le hacen un favor a la cultura, se equivocan, además de llenarse de dinero, lo único que hacen es promover una cultura absurda del consumo cultural para adornar bibliotecas.
La Feria terminó, por suerte. Su crecimiento marca el camino de que quizá ya no deba llamarse Feria sino "Supermercado" Aunque a juzgar por la calidad de la gente que la visitó seguirá siendo una "feria" con ruleros y todo.
El año que viene volveré como cuando la Feria no era ni tan grande, ni tan comercial, ni tan vulgar.
