La muerte es un hecho natural como la vida misma. Una sin la otra no existiría. Pero si en un acto salvaje e inhumano alguien que, se supone civilizado y humano, como un hombre, termina con la vida de una persona porqué sí, no podemos considerarla natural.
Por naturaleza propia el humano es siempre distinguible por vivir enmarcado en un lienzo de violencia y auto destrucción, que lo lleva a matar por conveniencia y no por subsistencia como los animales, a los que se considera "salvajes e inhumanos".
Matar a otra persona para sacarle algo de valor es un acto de irracionalidad, cobardía, ignorancia y mediocridad. Nada puede justificar un hecho de estas características..., ni el contexto social, ni los emergentes de la sociedad, ni la marginalidad... ¡NADA!
No se puede reemplazar una vida por un bien material, sea cual fuere su valor. El que lo hace no merece perdón de nadie, ni siquiera d aquellas divinidades que se suponen superior al hombre.
Hoy en uno de esos actos han matado a una de mis primas, por el sólo hecho de tener un auto y negarse a entregar las llaves al asesino, ladrón, ignorante, mediocre, descerebrado, emergente social, marginal y sorete que la atacó. Sin mediar frase alguna le dispararon en medio del pecho matándola en el acto.
Quizás ese pedazo de bosta, que por un reglamentación administrativa, tiene nombre y apellido de humano no se arrepienta de lo que hizo, y repita el acto cuando se le presente la oportunidad nuevamente, ya que pulula libre por las calles como si nada hubiese ocurrido.
Ya nadie podrá besarla, ni acariciarla, ni siquiera mirarla... Y todo por la maldita decisión arbitraria de alguien que creyéndose con el poder divino de elegir quien vive y quien no. Terminó con su vida.
Vayan estas palabras en homenaje a una mujer que nunca le hizo mal a nadie, que educó a su hija con los valores de honestidad y respeto por el prójimo y que sólo cometió el pecado de ser una trabajadora incansable, y una esposa y madre ejemplar.
Que la paz sea la que se lleve tu cuerpo y que tu alma encuentre el camino de la iluminación.
¡Chau Andrea, te vamos a extrañar!
