viernes

Es difícil escribir.

Que difícil es escribir todo lo que uno piensa. Es casi imposible. Los pensamientos van pasando a una velocidad inalcanzable por la razón y mucho menos por las manos que escriben.
Se concatenan, se unen, van entrelazándose el uno con el otro por pequeños detalles, que habitualmente en la realidad nada tienen que ver con lo “imaginado”.
Estoy en un bar sentado en una mesa y en escasos instantes comencé a pensar en una pareja de amigos a los cuales hace tiempo no veo. Inmediatamente pensé en tomar el teléfono y envié un mensaje de texto. Al buscar su número veo el de otra amiga a quien le pregunto si el teléfono sin nombre que tengo agendado es suyo. Luego de enviar el mensaje y como ella trabajaba con mi ex mujer, recuerdo que este fin de semana estoy con los chicos e instantáneamente comienzo a programar lo que haría el sábado con el menor de ellos, ya que el mayor se irá con su novia y su mejor amigo a pasear. Al pensar en una actividad recuerdo que mi pareja tiene el debut teatral de una obra infantil a la que no asistiré por el inconveniente horario de inicio.
Levanto la vista y veo dos personas pasar junto a mi mesa y mirándome como si nunca hubiesen visto a alguien escribir en un papel. Y entonces pienso: ¿Quién sabe en qué estarán pensando estos dos marcianos? ¿Qué escribo una carta de amor? O tal vez piensan que estoy estudiando... No sé... Lo que nunca imaginarán es que estoy escribiendo sobre ellos, a los que considero casi insignificantes para realizar el desarrollo de un relato, ya que los he mirado sólo por un segundo y al terminar de escribir la primera palabra de este párrafo ya no están.
La gente sigue pasando a mi alrededor y yo sigo sin pensar en algo consistente que merezca ser desarrollado literariamente.
Me detengo un segundo porqué pienso que este escrito lo podría subir a mi blog personal y entonces se me ocurre seguir escribiendo.
Tengo todo el tiempo del mundo para hacerlo. O mejor dicho el mundo tiene todo mi tiempo, ya que creo que el tiempo es estático porqué lo que envejece es el cuerpo y no los minutos transcurridos. De hecho soy algunos instantes más viejo que cuando empecé a escribir y sin embargo los minutos no se arrugaron, sino que por el contrario se renovaron para seguir vivos. Sigo pensando y sólo se me cruza por la mente que es muy difícil escribir y pensar al mismo tiempo. Es casi imposible, diría que uno escribe siempre en diferido con su propia mente… En fin podría seguir teorizando sobre mis pensamientos durante horas, pero prefiero parar de escribir lo que pienso para pasar a pensar lo que escribo.
Chau, hasta la próxima.

Aviso al público

EL CONTENIDO LITERARIO DE ESTE BLOG SE ENCUENTRA REGISTRADO Si quiere usarlo sólo pídalo, pero no copie. Respete al autor. Gracias.
(NO HAGA "LA GRAN BUCAY")
¡Hecha la aclaración: QUE DISFRUTE LA LECTURA!