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Un día de paseo en Santa Fe...

Los italianos tienen un dicho que dice “ver Nápoli e doppo morire”. Aquí en la Argentina, podríamos decir que el que no ha tenido la suerte de conocer la Av. Santa Fe, no puede irse al cielo tranquilo.
Pasear por la céntrica vía en las noches de Buenos Aires significa salir a descubrir un sinfín de especimenes que no se verán en otra arteria.
Todo aquel que se permita la licencia de pasar por la avenida, notará como, matrimonios aburridos tomados de la mano (sólo por la rutina de agarrarse) pasean en silencio sin hablar. Se cruzará con jóvenes de ambos sexos que apresuran sus pasos para llegar al resto-bar de moda, o con jóvenes gays que buscan el micro para llegar al boliche que los agrupa.
Sentándose en cualquiera de los bares con sillas en la vereda, podrá ver como grupos de ancianas, reunidas de forma esporádica, consumen calorías prohibidas y elogian a la moza por el tamaño de la porción de torta que acaban de consumir sin culpa, como si fuese la cocinera.
Las personas solitarias, son muchas y muy variadas, pasaran gays en búsqueda de amores desinteresados que los mantengan en vilo. (Aunque más no sea por una noche). Tímidos y retraídos que miran pensando en el amor que pueden entregar y que nadie quiere recibir. Separados, que sin haber logrado cita alguna, salen de sus apartamentos, con los pelos mojados y como apurados, en busca de sexo rápido… y solitarios clínicos deambulando porque si.
Viendo más allá se podrán ver parejas de jóvenes enamorados que se desplazan como flotando sobre las veredas. O grupos en duplas, que haciendo notoria su primera cita, se pasean incómodamente separados y sin hablar.
La fauna es muy rica y si de fauna se trata se ven pasar parejas de “felinos” (chicas de la calle) que se notan salidas de un book de citas VIP en búsqueda de algún cliente adinerado a quienes poder consumir.
Y en este sentido estos potenciales clientes, no son otros que un grupo de vejetes creyéndose grandes estrellas de TV, y que haciendo gala de la famosa frase “billetera mata galán” demuestran que por feos que sean, si existe dinero de por medio, se irán bien acompañados.
Los grupos no se terminan, pequeños tríos formados por parejas de novios y un tercero en discordia que sin encontrar su media naranja recibe la acompañada pena de sus amigos.
Si de triadas hablamos, no podemos dejar de mencionar a los amigos que salen a buscar mujeres para poder darse corte durante la semana y terminan encontrando un mayor desgaste de las suelas de sus zapatos.
Enormes gordos que, vestidos de negro, tratan de auto-engañarse pensando que “el color oscuro adelgaza” mientras exhiben ropa de lycra ajustada al punto de cortar la circulación de la sangre a la altura de la cintura.
La exposición es muy rica y podríamos seguir con descripciones hasta ocupar decenas de páginas y esa no es la intención.
Lesbianas, enamorados, viejos gays, parejas de gordas, flacos, bajos, altos, homos, héteros, solitarios o acompañados son algunos de los personajes que conforman el universo de una de las más atractivas avenidas de Capital Federal.
Diversidad cultural, social, racial o sexual, si las hay. La Av. Santa Fe se convierte durante la noche en una jungla de cemento habitada por la más amplia gamma de especimenes urbanos que sin hacer daño nos dan la posibilidad de enriquecernos. Por eso como decía una canción “un día de paseo en Santa Fe no le hace mal a nadie… ya lo se”, pero… por las dudas cuídese.

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