jueves

El que gana no se lleva nada. (cuento)


Donde Solano Reyes era un vencido y sufría dos derrotas cada día, era en su vida. Y las sufría por que el ingenioso hidalgo don quijote de la mancha le había hecho creer que la vida es sueño cuando la realidad indicaba que debía trasladarse al lado de la sombra para hacer de lazarillo junto con el viejo soldado, el extranjero y el rebelde con quienes transitaría el jardín de los senderos que se bifurcan.
Sería el primer hombre en caminarlos. En uno se encontraría con el exilio y el reino, en el otro con el lector, un tipo implacable. Antes de seguir el viaje pararon en un descanso de caminantes y pensaron en dormir al sol, pero por desgracia para ellos vieron un cuerpo tirado que le cambio los planes, era Luis Greve, muerto. Decidieron postergar la siesta y como no todo es vigilia la de los ojos abiertos, quisieron seguir el viaje y la otra realidad que, los llevaba de un mundo a otro por el sueño de los hombres sólo les provocaba un suave encantamiento.
“El tamaño de mi esperanza, creció como en el libro de los seres imaginarios” —pensó Solano. Pero al darse cuenta de que todos los caminos conducen al hombre, comenzó una discusión con sus acompañantes a quienes les hizo un pedido. A cambio recibió una colaboración rechazada, y un abandono instantáneo. Tuvo una duda razonable, pero finalmente decidió volver a ser: el aspirante a vivir siempre. Con la misma fe, la misma fuerza…, y para ello tenía que hablar el idioma de los argentinos con el fervor de Buenos Aires que se había llevado desde aquí.
La lucha continuaba, la reconquista de las tierras sin nada, tierras sin profetas, debía seguir. Ya no tenía con quien, pero el hombre que está solo y espera alguna de las señales que necesitaba para no perder la fe, no llegaban. Sabía que la crónica de una muerte anunciada provocaría cien años de soledad convirtiéndose en el mal del siglo.
Con sangre sudor y lagrimas los delitos y faltas se iluminaban con las linternas diurnas de los atenienses, que se hacían presentes desde el pasado como disfrutando de una historia prodigiosa, Solano quería formar la resistencia, no quería volver a ser derrotado. Para ello había convocado a los siete locos…, siete soñadores que con sus lanzallamas convertirían esa pura anarquía en grandes esperanzas de llegar a la ciudad de los libros soñadores.
Como en épocas pasadas, en las de las inquisiciones, las antiguas literaturas germánicas y papeles antiguos (como el informe de Broddie) señalaban el lugar justo donde se libraría la batalla final: las verdes colina de África. Allí, donde el perjurio de la nieve es una realidad y en donde las tierras se ven invadidas de una magia modesta, se desatarían las historias desaforadas en sus senderos: el del amor y otros demonios y el de los lectores, o mejor dicho “el lector.”
Al romper el alba la batalla final había comenzado, sobraban las intenciones de volver a ser el príncipe feliz y de vivir para contarla…; el amor brujo estaba ganando, la conversación en la catedral con Pantaleón y las visitadoras estaba tomando forma. Habían vaticinado: “ustedes no son hombres en guerra, ¿es qué acaso no se dan cuenta de que, por los hombres sin libros, es por quien doblan las campanas”?
Se dio cuenta de que la lucha no tenía sentido y con un extraño y pálido fulgor, Solano comenzó un camino de regreso de los senderos bifurcados. Sin saberlo al desistir había ganado. Y como con un hechizo mágico volvía con las Confesiones de un recién llegado al mundo literario, trayéndose consigo el libro de arena y el valioso secreto del lector, llamado el aleph y valuado con las fortunas de Andrómeda y Perseo.
En este precioso dato se contaba que en el jardín del Edén, tener y no tener fortuna es lo de menos, porqué sin amor por los libros el que gana no se lleva nada.

Fin



NOTA: Las frases subrayadas son títulos de libros que se encuentran en la biblioteca del autor del cuento perteneciente a los siguientes autores:
Ernest Hemingway / Henry Miller / Adolfo B Casares / Jorge L. Borges /Héctor Tizón/ Oscar Wilde / Albert Camus / Woody Allen / Mario Vargas Llosa /Gabriel García Márquez / Federico García Lorca / Charles Dickens /Raúl Scalabrini Ortiz / Macedonio Fernández / Roberto Arlt / Winston Churchill /Schlink, Bernhard / Leonard Elmore / Robert Salmon / Anne Perry / Ernesto Sábato / Calderón de la Barca / Walter Moers

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